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Fue el mejor resultado posible para Islandia

3 julio, 2016 · by Ricardo Otero

Iceland's players applauds supporters at the end of the Euro 2016 quarterfinal soccer match between France and Iceland, at the Stade de France in Saint-Denis, north of Paris, France, Sunday, July 3, 2016. France won 5-2. (AP Photo/Thibault Camus)

En el futbol, caer 5–2 es un resultado que generalmente es deshonroso, sin importar el contexto. Lo de Islandia ante Francia es una muy extraña -quizás inédita- excepción, pues pese a la goleada (entendemos quienes nos dedicamos al periodismo de deportes una goleada como una derrota por tres o más goles de diferencia), se fue de la Eurocopa aplaudido y reconocido.

Es cierto: llegar a Cuartos de Final en este torneo para un país con 330 mil habitantes, tan alejado de la Europa continental, es visto como una hazaña y yo lo comparto. En el contexto del partido, después de ir perdiendo 4–0 al medio tiempo, un parcial favorable de 2–1 en el segundo le da cierta dignidad a la derrota. Pero no deja de ser un 5–2.

A la gente le bastó uno de los siguientes argumentos para aplaudir a los vikingos: 1. Lo pequeño del país; 2. Que era su primera Eurocopa y llegaron a Cuartos de Final; 3. Que no bajaron los brazos en el segundo tiempo (basta recordar que, al menos acá como lo vimos acá en México, nuestra selección perdía 2–0 al medio tiempo ante Chile y el partido terminó 7–0); 4. Que este fenómeno islandés prácticamente salió de la nada, lo cual es falso, pues es producto del trabajo de una década, del buen aprovechamiento de recursos humanos y económicos; 5. Lo pintoresco de un equipo de impronunciables y el 8% de su población que viajó a Francia para darle vida a las gradas en el torneo, lo cual, es cierto.

Pero vamos a hacer un ejercicio de imaginación: supongamos que no pasa lo del primer tiempo, que Islandia le gana a Francia; es más, que el jueves echa a Alemania, llega a la Final y ahí denle ustedes el final que quieran a la historia. Con la Final es suficiente. Islandia se habría convertido en el nuevo Atlético de Madrid, el de 2014, un equipo que de repente se puso a la altura de los mejores de su Liga. Y no deja ese nivel, que en dos años brinde otra actuación memorable en el Mundial de Rusia. Y así sucesivamente. Es decir: que Islandia se convierta en una nueva potencia.

Claro que en el papel suena muy lindo, pero eventualmente el tiempo pone las cosas en su lugar o, simplemente, en otro lugar. Hace dos años nos maravillaba el Atlético sólo por ganarle la Liga al Real Madrid y al Barcelona, pero hoy lo juzgamos por tener un sistema de juego de ceder la pelota y esperar, poco espectacular. El Atlético de 2016 ya no tiene la magia de el de 2014, y es la misma base de jugadores, el mismo entrenador y el mismo sistema de juego.

Es decir, que mientras Islandia se quede como un equipo “chico”, pero competitivo, seguirá siendo simpático. Islandia no es el Atlético de Madrid y si quiere ser una potencia, tendrá que superar en el Mundial lo que hizo en la Euro. Pero mejor que se quede así.

Islandia es de las historias que son perfectas. Hasta por la goleada.

Gracias, Real Madrid

28 mayo, 2016 · by Ricardo Otero

*Nota del autor, editor y director (¡ahaaa!): aunque viene especificada la hora y fecha de esta publicación, hago hincapié que se hizo minutos antes de iniciar la Final de la Liga de Campeones de Europa entre Atlético y Real Madrid. Sin ese dato, esto carece de sentido.

He decidido usarla hoy por última vez, por tiempo indefinido (lo indefinido, cronológicamente, abre la posibilidad de lo temporal y lo permanente por igual). Una Final europea es el momento. El Real Madrid, desde hace tiempo, dejó de ser lo que era cuando fui niño, cuando me cautivaron Hugo y la Quinta del Buitre, dejó de ser un equipo que basaba su éxito en la producción interna y que, por tanto, tenía jugadores que realmente vivían su esencia. Hoy no hay Butragueños, Míchels, Sanchís, Pardezas, Vázquez, Chendos o Gordillos. Cristiano, pese a sus marcas y su innegable calidad, no me provoca lo que me provocó Hugo. Añoro más un desborde de Gordillo que uno de Bale. No veo en Modric y Kross a Butragueño y Míchel. Tampoco hay los intermedios entre ésa y esta época: no hay Hierros, Raúles o Casillas. No hay esos legendarios merengues formados desde críos que contagiaron a Hugo, Redondo, Roberto Carlos y Zidane.

Cuando el máximo estandarte del madridismo puro es Álvaro Arbeloa, algo anda mal. Y vaya, él ya se va.

Porque la filiación del aficionado a un equipo, en cualquier deporte, se basa en identidad, y yo hace varios años no me siento identificado con este Real Madrid. Ya no me provoca emoción si vencen al Barcelona. Hace un año, con la salida de Casillas, me declaré en huelga. Hoy rompo esa huelga para apoyar al que es todavía mi equipo, pero tan pronto acabe el partido contra el Atlético, ni siquiera habrá huelga.

Hoy apelo a la historia de mi aún equipo por los recuerdos de casi tres décadas. Por aquella chilena de Hugo ante el Logroñés y la volea de Zidane ante el Leverkusen. Por el gol de Mijatovic ante la Juventus. Por la carrera de Raúl desde media cancha que acabó en el fondo de las redes ante el Valencia, en París.

Pero mientras esté el tal Florentino Pérez, entiendo que no volverá algo como la Quinta del Buitre. Y por Dios, si trae a De Gea en el verano y sientan -o venden- a Keylor Navas, quizás sea permanente la ruptura, porque Keylor es lo más cercano que tiene el club en cuanto a valores.

Y porque estoy convencido de que terminar una relación jamás borra los recuerdos, jamás negaré al Real Madrid, vuelva o no a sus filas de aficionados. Jamás apoyaré a otro club español. Y me seguirá dando gusto que gane.

No hay mejor momento para hacer esto -que ya es irreversible e inevitable- que hoy, ante una Final europea, en San Siro, en el mismo lugar de aquel 5-0 de 1989 ante el Milan que me hizo aprender que ser humillado es parte de lo que se vive en esto. Acaso para que el destino me haga apagar el más grande demonio que guardo de mi madridismo.

Hala Madrid. Y nada ni nadie más.

De por qué #TodosSomosLeicester

2 mayo, 2016 · by Ricardo Otero
Leicester

Leicester ganó su primer título de la Liga de Inglaterra en 132 años de historia.

Hace unos días, mi colega Óscar Guevara, de Televisa Deportes, lanzó una pregunta bastante sensata por medio de su cuenta de Twitter.

Si en México se corona uno de los llamados chicos todo mundo critica el sistema, pero si en Inglaterra lo hace un chico, todos aplauden

— Oscar I. Guevara (@OscarGuevara_TD) 25 de abril de 2016

El efecto descrito es cierto: si Santos, Pachuca o Toluca —con el perdón por clasificarlos como “chicos”, de lo cual me voy a contradecir más adelante— salen campeones en México, no hay la misma fascinación, o bien, la alegría no es unánime, como acaba de pasar con el Leicester City de Inglaterra.

No, no es malinchismo. Tampoco es un tema de doble moral. Entre las respuestas al tuit de Óscar, se alude también a que en México esto ocurre con tanta frecuencia que pierde chiste, y tiene algo de cierto. Pero el trasfondo es que en México en realidad no hay equipos grandes, solo espejismos provocados por la mercadotecnia.

En México, los llamados “equipos grandes” son América, Chivas, Cruz Azul y Pumas. La única característica que tienen en común es —que en realidad es algo subjetivo— que como visitantes, casi siempre tienen aficionados que viven en la ciudad a la que van. O sea, que tienen fanáticos “en todo el país”. Porque ya llamarlos grandes por la cantidad de campeonatos ganados, pues solo Chivas y América, porque a Pumas y Cruz Azul ya los rebasó el Toluca.

Es más, el “grande” de México tiene 12 títulos. El grande de Inglaterra tiene 20. El grande de España tiene 32.

En Inglaterra, desde 1992, sólo seis equipos han ganado al menos una vez el título de la Premier y 22 de los 24 títulos en disputa se los han repartido entre cuatro de los seis (Blackburn Rovers en 1994–95 y el Leicester City de este año rompieron el guión). En México, en el mismo lapso, 15 equipos diferentes han ganado la Liga.

Es cierto, desde 1996 la Liga Mx se juega con torneos semestrales, mientras la inglesa siempre ha sido anual. Un tío me dijo alguna vez que en realidad, con los torneos cortos no se era campeón, sino medio-campeón. Hoy le doy algo de razón. Tener un campeón cada seis meses quita sensibilidad, hace que las hazañas sean “menos hazañas”.

Además, el formato con Liguilla castiga a los equipos que tuvieron un buen torneo, pues tienen tres semanas menos para preparar el siguiente y eso se sustenta en datos: en DIEZ torneos cortos, campeón Y subcampeón del certamen anterior no clasificaron a la Liguilla (este fin de semana podría confirmarse el 11 si Cruz Azul deja fuera a Tigres y Pumas). No hay lugar para proyectos a largo plazo en el futbol mexicano porque el mismo formato de la Liga lo inhibe.

En contraparte, el formato de la Premier ha logrado que cuatro equipos sobresalgan del resto y generen réditos (deportivos y económicos) a nivel mundial, no solo local. Lo mismo pasa en España (caso más extremo con tres equipos, que hace cuatro años solo eran dos), o peor, en Alemania o Francia, donde sólo uno manda.

Hay quienes ven “competitividad” en el formato de la Liga Mx y desigualdad en las Ligas europeas. No comparto en definitiva lo primero, y lo segundo sí, pero parcialmente.

Lo que sí veo, es que el Leicester City fue capaz de ser mejor no que uno, sino que cuatro grandes del futbol europeo (no solo inglés). No hay manera de replicar eso en el futbol de México.

Tal vez por eso #TodosSomosLeicester, porque, al menos por hoy, nos hicieron pensar que todo es posible.

Ah, y porque en México no hay equipos grandes. Ni chicos.

Todo por el Black Mamba

15 abril, 2016 · by Ricardo Otero

Kobe Bryant

Tiró 50 veces a la canasta y falló más de la mitad de las veces. Le dieron todos los balones. Seguramente mañana su cuerpo le va a reclamar haber jugado tantos minutos. Los Lakers no se jugaban nada, pero hoy jugaron solo para él. Solo por la fiesta. Solo por el recuerdo. Solo por Kobe. Porque si el mismísimo “Magic” Johnson lo nombró el mejor jugador en la historia del equipo, había que jugar para él. Y él respondió.

Los Lakers terminaron la peor temporada de su historia, pero que será más recordada por la noche del 13 de abril en el Staples Center. No hubo trofeo de por medio, pero los 60 puntos de Kobe Bryant y la remontada en los minutos finales, bien valen el campeonato cinco y medio para el 24. Para su líder. Para el Black Mamba.

Les he visto ganar seis campeonatos. Los últimos cinco con él. Solo en esas ocasiones me sentí tan feliz y orgulloso del equipo que elegí porque “Magic” Johnson.

Hay noches en que se ganan trofeos. Hay noches en que se gana la inmortalidad.

Gracias por hoy. Gracias por todo. Gracias por siempre, Kobe Bryant.

Cuauhtémoc: el mexicano promedio

3 marzo, 2016 · by Ricardo Otero

Cuauhtémoc Blanco

Cuauhtémoc Blanco es sin duda el futbolista mexicano de mayor talento de los últimos 20 años, pero no por eso el más exitoso. Su ingenio y desplantes lo convirtieron en el Cantinflas de la transición del nuevo milenio: en el estandarte de lo mexicano, para bien y para mal.

Y en una época en la que la corruptibilidad del país está más que manifiesta, Cuauhtémoc vuelve a mostrarse como ese mexicano promedio: ganó la alcaldía de Cuernavaca, una ciudad de la que nunca fue residente, y para su «homenaje» con el América lo registraron fuera de reglamento y de manera extemporánea.

Porque viva México ca…mpeones.

27 fotos de 2014

29 diciembre, 2014 · by Ricardo Otero

Escogí 27 fotos (porque el 27 es mi número favorito) que tomé este año. Quisiera decirles que son las mejores y probablemente lo sean, pero el material que tomé en estos meses es demasiado y fui recuperando aquellas que recuerdo mejor.

Espero que las disfruten.

Mi mejor foto del año. Tomada en Santa Cruz Río Venado, en la cancha donde inició la historia de los niños basquetbolistas de la región triqui. La composición de esta foto encierra muchas cosas: el fondo con el pueblo inmerso en un escenario que aún conserva naturaleza, el camino de una carretera por terminarse, la camioneta que transporta a los niños entre la localidad y Tule, sede de su albergue principal, y en el primer plano la niña tirando a la canasta, una apuesta hacia un futuro de mayor equidad en una comunidad de tradiciones un tanto machistas.
Mi mejor foto del año. Tomada en Santa Cruz Río Venado, en la cancha donde inició la historia de los niños basquetbolistas de la región triqui. La composición de esta foto encierra muchas cosas: el fondo con el pueblo inmerso en un escenario que aún conserva naturaleza, el camino de una carretera por terminarse, la camioneta que transporta a los niños entre la localidad y Tule, sede de su albergue principal, y en el primer plano la niña tirando a la canasta, una apuesta hacia un futuro de mayor equidad en una comunidad de tradiciones un tanto machistas.
El encendido del fuego nuevo de los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014, en Teotihuacán, el 15 de octubre. El momento climático de la representación ancestral.
El encendido del fuego nuevo de los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014, en Teotihuacán, el 15 de octubre. El momento climático de la representación ancestral.
El campeón mundial de taekwondo, Uriel Adriano, recibe una patada en la cara durante su combate de Cuartos de Final de Veracruz 2014. Aunque ganó ese combate, Uriel cayó en la Semifinal y se tuvo que conformar con una medalla de bronce.
El campeón mundial de taekwondo, Uriel Adriano, recibe una patada en la cara durante su combate de Cuartos de Final de Veracruz 2014. Aunque ganó ese combate, Uriel cayó en la Semifinal y se tuvo que conformar con una medalla de bronce.
Ana Oliván, quien ganó una sorpresiva medalla de oro en Veracruz 2014 en la categoría de -46 kgs., durante su combate de Cuartos de Final
Ana Oliván, quien ganó una sorpresiva medalla de oro en Veracruz 2014 en la categoría de -46 kgs., durante su combate de Cuartos de Final
Anel Félix también sorprendió con un oro en Veracruz 2014. Aquí impone condiciones en el combate Final.
Anel Félix también sorprendió con un oro en Veracruz 2014. Aquí impone condiciones en el combate Final.
César Rodríguez ganó con autoridad el oro en Veracruz 2014 en la categoría de -54 kgs. César está llamado a ser una de las cartas fuertes hacia Río 2016
César Rodríguez ganó con autoridad el oro en Veracruz 2014 en la categoría de -54 kgs. César está llamado a ser una de las cartas fuertes hacia Río 2016
Humberto Arreola, saltador de altura, libra la marca de 2.10 metros, ante la mirada atenta de los asistentes en el Estadio Heriberto Jara de Xalapa.
Humberto Arreola, saltador de altura, libra la marca de 2.10 metros, ante la mirada atenta de los asistentes en el Estadio Heriberto Jara de Xalapa.
Tras ganar los 5 mil metros planos, Juan Luis Barrios llevó a su hija a la pista para la celebración de su sexto oro en Juegos Centroamericanos. Días más tarde, Barrios se llevó su séptimo metal dorado en los 10 mil metros.
Tras ganar los 5 mil metros planos, Juan Luis Barrios llevó a su hija a la pista para la celebración de su sexto oro en Juegos Centroamericanos. Días más tarde, Barrios se llevó su séptimo metal dorado en los 10 mil metros.
Zoila Flores salta durante su prueba en Veracruz 2014, que se desarrolló bajo una ligera, pero pertinaz lluvia. Zoila obtuvo la medalla de bronce.
Zoila Flores salta durante su prueba en Veracruz 2014, que se desarrolló bajo una ligera, pero pertinaz lluvia. Zoila obtuvo la medalla de bronce.
El triunfo y el dolor. Zudikey Rodríguez se coronó en los 400 metros con vallas, pero no con poco esfuerzo, pues 26 días antes de la final sufrió un duro golpe en la cabeza durante un entrenamiento que casi le cuesta su participación en Veracruz 2014. Este es el momento exacto en el que cruza la meta.
El triunfo y el dolor. Zudikey Rodríguez se coronó en los 400 metros con vallas, pero no con poco esfuerzo, pues 26 días antes de la final sufrió un duro golpe en la cabeza durante un entrenamiento que casi le cuesta su participación en Veracruz 2014. Este es el momento exacto en el que cruza la meta.
Sol y sombra. Al llegar en tercer lugar durante los 200 metros planos de Veracruz 2014, Carlos Herrera parecía estar algo decepcionado de su actuación, sin embargo, en el podio lució sonriente y tardó pocos minutos en darle valor a su presea de bronce, que cerró el mejor año de su trayectoria deportiva.
Sol y sombra. Al llegar en tercer lugar durante los 200 metros planos de Veracruz 2014, Carlos Herrera parecía estar algo decepcionado de su actuación, sin embargo, en el podio lució sonriente y tardó pocos minutos en darle valor a su presea de bronce, que cerró el mejor año de su trayectoria deportiva.
No todo es glamour en el atletismo. Erick Barrondo, de Guatemala, escupe durante la caminata de 50 kilómetros de Veracruz 2014. Barrondo se llevaría el oro, mismo que se le negó 6 días antes al ser descalificado de los 20 kms. a solo 30 metros de la meta, cuando era líder.
No todo es glamour en el atletismo. Erick Barrondo, de Guatemala, escupe durante la caminata de 50 kilómetros de Veracruz 2014. Barrondo se llevaría el oro, mismo que se le negó 6 días antes al ser descalificado de los 20 kms. a solo 30 metros de la meta, cuando era líder.
Probablemente el lugar más fotografiado de los pasados Juegos Centroamericanos, en el mero puerto de Veracruz. En la imagen aparecen Anna Legnani, directora de comunicación de la IAAF, y los periodistas Katya López y Gustavo Borges.
Probablemente el lugar más fotografiado de los pasados Juegos Centroamericanos, en el mero puerto de Veracruz. En la imagen aparecen Anna Legnani, directora de comunicación de la IAAF, y los periodistas Katya López y Gustavo Borges.
Incontables deportistas burlaron la muy laxa valla de seguridad en torno al cantautor colombiano Juanes durante la clausura de Veracruz 2014. Aquí una de las afortunadas que pudo alcanzar a su ídolo.
Incontables deportistas burlaron la muy laxa valla de seguridad en torno al cantautor colombiano Juanes durante la clausura de Veracruz 2014. Aquí una de las afortunadas que pudo alcanzar a su ídolo.
Una réplica mini del balón que hizo ilusionarse a millones de aficionados al futbol. Es el Brazuca, esférico del Mundial Brasil 2014.
Una réplica mini del balón que hizo ilusionarse a millones de aficionados al futbol. Es el Brazuca, esférico del Mundial Brasil 2014.
Pocos días después de filtrarse a los medios que América buscaba nuevo director técnico, Antonio Mohamed compareció ante los medios y hasta se dio permiso de bromear con los reporteros. Para el momento de esa foto, las Águilas estaban por jugar la Semifinal ante Monterrey, en un ambiente enrarecido por el divorcio entre directiva y entrenador. Al final, Mohamed salió con la copa de campeón.
Pocos días después de filtrarse a los medios que América buscaba nuevo director técnico, Antonio Mohamed compareció ante los medios y hasta se dio permiso de bromear con los reporteros. Para el momento de esa foto, las Águilas estaban por jugar la Semifinal ante Monterrey, en un ambiente enrarecido por el divorcio entre directiva y entrenador. Al final, Mohamed salió con la copa de campeón.
Cynthia Valdés ejecutó una demostración de gimnasia rítmica al finalizar el Abierto Mexicano de Gimnasia, en Acapulco.
Cynthia Valdés ejecutó una demostración de gimnasia rítmica al finalizar el Abierto Mexicano de Gimnasia, en Acapulco.
La polaca Marta Phizan-Kulesza trata de mantener el equilibrio en la Viga durante el Abierto Mexicano de Gimnasia.
La polaca Marta Phizan-Kulesza trata de mantener el equilibrio en la Viga durante el Abierto Mexicano de Gimnasia.
El esfuerzo que implica mantenerse arriba de una viga con solo 10 centímetros de ancho es todo un reto para cualquier gimnasta, como lo demuestra la canadiense Hélody Cyrenne.
El esfuerzo que implica mantenerse arriba de una viga con solo 10 centímetros de ancho es todo un reto para cualquier gimnasta, como lo demuestra la canadiense Hélody Cyrenne.
La italiana Enus Mariani robó las miradas en el Abierto Mexicano de Gimnasia, lo que le valió llevarse el Premio a la Elegancia. Aquí practica en las barras asimétricas.
La italiana Enus Mariani robó las miradas en el Abierto Mexicano de Gimnasia, lo que le valió llevarse el Premio a la Elegancia. Aquí practica en las barras asimétricas.
Pocos minutos después del amanecer, un ángulo al que a veces se le pone atención en la Ciudad de México y en el que parece que se unen dos de sus más grandes monumentos: el Ángel de la Independencia y la Diana Cazadora, sobre Paseo de la Reforma.
Pocos minutos después del amanecer, un ángulo al que a veces se le pone atención en la Ciudad de México y en el que parece que se unen dos de sus más grandes monumentos: el Ángel de la Independencia y la Diana Cazadora, sobre Paseo de la Reforma.
El Ángel de la Independencia luce siempre espectacular por las noches, pero a veces hay que ayudarse de un buen lente para observar los detalles.
El Ángel de la Independencia luce siempre espectacular por las noches, pero a veces hay que ayudarse de un buen lente para observar los detalles.
Detalles del rostro de La Minerva, el monumento más emblemático de Guadalajara.
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Eclipse de luna sobre la Ciudad de México en la madrugada del 15 de abril. ¿Ven las dos estrellas alrededor del satélite?
Eclipse de luna sobre la Ciudad de México en la madrugada del 15 de abril. ¿Ven las dos estrellas alrededor del satélite?
En el Templo Expiatorio de Guadalajara se encuentra esta bellísima, y a la vez muy gráfica, representación de la pasión de Cristo. Los detalles son impresionantes.
En el Templo Expiatorio de Guadalajara se encuentra esta bellísima, y a la vez muy gráfica, representación de la pasión de Cristo. Los detalles son impresionantes.
Pareciera que le levanté la falta a la bandera del Zócalo de la Ciudad de México, en una mañana muy soleada, pero también con mucho viento. Simplemente me encantó esta perspectiva.
Pareciera que le levanté la falta a la bandera del Zócalo de la Ciudad de México, en una mañana muy soleada, pero también con mucho viento. Simplemente me encantó esta perspectiva.
Para los que no están familiarizados con el transporte de la Ciudad de México, el carril de concreto es exclusivo para el Metrobús. Cerca de Villa Olímpica, sobre Avenida de los Insurgentes, y prácticamente sin importar la hora, cientos de vehículos invaden este carril, incluso con complicidad de policías de tránsito.
Para los que no están familiarizados con el transporte de la Ciudad de México, el carril de concreto es exclusivo para el Metrobús. Cerca de Villa Olímpica, sobre Avenida de los Insurgentes, y prácticamente sin importar la hora, cientos de vehículos invaden este carril, incluso con complicidad de policías de tránsito.

Brasil tiene muchos motivos para llorar

9 julio, 2014 · by Ricardo Otero
David Luiz sale consolado por Thiago Silva después del partido.

David Luiz sale consolado por Thiago Silva después del partido.

¿Cuántas cosas podían salirle mal a Brasil en su Mundial? Quizás más de las que ellos mismos hayan presupuestado.

El 16 de julio de 1950, un chico de 9 años vio a su padre llorando en casa junto a la radio. La selección de Brasil perdió el partido decisivo por el título del Mundial en su país. De las millones de historias que surgieron del Maracanazo hubo una que convirtió la tragedia en abono: el pequeño Edson consoló a su padre al decirle que él ganaría el Mundial, para que dejara de llorar.

A 64 años de distancia, Brasil quiso difuminar un fantasma que, en realidad, ya estaba superado. Con cinco campeonatos mundiales en ese lapso y con la redefinición del espectáculo en sus pies, para el Scratch du Oro ganar el Mundial en casa solo habría sido la cereza del pastel y, por qué no decirlo, un acto de soberbia.

Brasil se obsesionó con el Maracanazo al grado de gastar 11 mil millones de dólares en un torneo de 32 equipos, 736 deportistas y 64 eventos. Construyó y remodeló estadios incluso en zonas donde el futbol no es una religión para que el mundo descubriera que el gigante de Sudamérica tiene problemas más apremiantes que una hipotética convocatoria de Ronaldinho.

Pudo más el recuerdo de aquel gol de Alcides Gigghia que hizo llorar al padre de Pelé y a muchos millones de brasileños más, que los 64 años de historia en medio entre el pasado y el presente. Para su mala suerte, la generación menos talentosa de brasileños de toda esta época era la encargada de servir como anfitrión. Por eso revivió el fantasma del Maracanazo: Brasil extrañó a Pelé tanto como un bebé puede llegar a extrañar a su madre.

Por eso vuelvo a esa escena del pequeño Pelé y su padre el 16 de julio de 1950. Aquella tarde en un humilde hogar de Minas Gerais empezó a reescribirse la historia del futbol mundial. El pequeño que jugaba con una naranja –o eso dicen–, ocho años más tarde enjuagó las lágrimas de su padre con las suyas en los hombros de sus compañeros al cumplir su promesa. A partir de ese momento, en Estocolmo, el número 10 se convirtió en el sinónimo de espectáculo, creatividad y magia con el balón. Si Nadia Comanecci hizo del 10 el símbolo de la perfección en la gimnasia, Pelé y Brasil lo convirtieron en la representación más pura del juego bonito en el balompié.

Por eso, en el momento en el que David Luiz mostró al mundo la playera con el dorsal 10 durante la ceremonia de los himnos nacionales, hizo más que un gesto de solidaridad con la estrella caída de este Mundial: enseñó su historia, el número de Pelé, Zico, Rivaldo, Ronaldinho y, el actual, cuyo nombre estaba impreso en ese jersey, el convaleciente Neymar. David Luiz apeló no solo al joven heredero, sino a todos sus antecesores, probablemente sin darse cuenta.

Pero en la cancha no estaban Neymar, Ronaldinho, Rivaldo, Zico, ni Pelé. El único dotado de cierto talento dentro de un equipo terrenal, estaba en casa confinado a una faja y sin aún reparar –quizás– en la fortuna de que una fractura de vértebra le permita continuar con su carrera. Su futbol no pudo ser compensado con las 65 mil máscaras que portaron los aficionados en el Mineirao. Ayer se comprobó que la magia no puede ser compensada de manera alguna cuando se ausenta.

La realidad es que, dentro del idilio hacia el tótem en desgracia que terminó al minuto 11 con el gol de Thomas Müller, Brasil era consciente de la catástrofe que estaba por llegar. Durante los himnos nacionales, David Luiz, capitán ante la ausencia de Thiago Silva por suspensión, lucía un miedo en el rostro directamente proporcional con el volumen de su canto; mismo caso del portero Julio Cesar, que hasta parecía no haber dormido bien. Pudo más la presión del momento histórico que la motivación de ofrecer el partido al sacrificado y al pueblo.

Al terminar el idilio, David Luiz se comió cinco de los siete goles que marcó Alemania. En el primero, quedó bloqueado entre Klose y Fernandinho mientras perseguía a Müller, quien remató con toda comodidad a centímetros del piso en un tiro de esquina. En el tercero, quedó gravitando en su área chica mientras Kroos, sin un brasileño a kilómetros a la redonda, fusiló a Julio Cesar. En el quinto, se entregó a 35 metros de su portería en una incorporación del central Mats Hummels para que Marcelo, Maicon y Dante solo vieran a Khedira anotando. En el sexto, descoordinado con Dante en la marcación, permitieron que Schürrle rematara en el corazón del área. Y en el séptimo, solo le vio el dorsal 9 al mismo Schürrle mientras éste pegó un poderoso fierrazo de zurda.  Al terminar el partido, se hincó para orar y después, con los ojos hinchados, pidió perdón al pueblo y nos hizo recordar que fue el mismo tipo que hace unos días pidió reconocimiento mundial a James Rodríguez.

Es cierto: acreditar la tragedia solo a David Luiz es injusto. Dante y Fernandinho fueron un verdadero caos en la zaga. El centro delantero Fred ya está instalado como el peor en su posición en la historia mundialista del Scratch. Hulk siguió tirándose clavados. Brasil fue el caos que quedó de seguir llamando jogo bonito a un estilo que terminó como constante en 1986 y que solo volvió a aparecer de manera fugaz en 2002.

Luiz Felipe Scolari, justamente el último técnico campeón brasileño en 2002, fue el llamado para sacarle jugo a las piedras que quedaron exhibidas en Belo Horizonte. Llegó hasta donde pudo. La generación de 2002 tuvo el talento de Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho, es decir, tuvo un 9, un 10 y un 11; la de 2014 solo tenía a Neymar.

El partido fue, como lo describió ayer Alberto Lati, la tormenta perfecta. Cualquier análisis queda con un saldo corto. Nada cuadra. Brasil extrañó más el orden de Thiago Silva que la magia de Neymar. Probablemente ni el 10 actual junto a Pelé, Zico, Rivaldo y Ronaldinho habrían evitado la tragedia. Hasta parece una cruel obra del destino que hace días cayera un puente vehicular en esa ciudad, justamente la misma donde nació la actual presidenta, Dilma Rousseff.

Sesenta y cuatro años después se cierne la peor derrota en la historia del futbol brasileño. El Maracanazo cayó como balde ante la ilusión de un país que nunca había ganado un Mundial, mientras que el Mineirazo aplastó a un gigante que tenía cinco conquistas. Brasil llegó a estas Semifinales traicionando a su historia (¿o cómo les explico las 31 faltas que cometieron ante Colombia?), amparado en que el fin justifica los medios, y pagó cara la osadía. Ya es momento de ver al jogo bonito como historia o persistir en el engaño de confundir el pasado con el presente.

Sesenta y cuatro años después de ver a su padre estallar en llanto, Pelé se enteró que su hijo, Edinho, fue detenido por lavado de dinero y será obligado a cumplir una condena de 33 años. Doble razón para llorar.

La verdeamarelha, humillada, terminará su Mundial jugando por el tercer lugar en Brasilia, donde se reconstruyó un estadio que costó tres veces más que su presupuesto original –un total aproximado de 900 millones de dólares– y no tiene asegurado uso futuro, ya que en esa ciudad no hay más que un equipo de cuarta división, sin posibilidad alguna de llenar sus 70 mil asientos. Un elefante blanco. Parece ser la perfecta y karmática analogía para un país que pagó el Mundial más caro de la historia en medio de una delicada situación económica y social.

Quizás otro Maracanazo habría sido más aceptable.

El país de los mártires

1 julio, 2014 · by Ricardo Otero

Periódicos del 30 de junio de 2014El futbol basa su arrastre a nivel mundial en un asunto de identidad. En algún punto de nuestras vidas adoptamos los colores y –a veces– hasta el estilo de vida que representa un equipo. De hecho, este mismo concepto se aplica a cualquier deporte, pero entra en un nivel superlativo si se trata del más popular de todos.

Cuando se trata de selecciones nacionales, la identidad proviene desde el vientre materno. Somos un mercado cautivo de nuestra bandera. Ningún ciudadano del mundo, al menos en un estado razonable de salud mental, festejará con más ahínco los goles de un país distinto al suyo.

El futbol es capaz de darle identidad incluso a aquellos que la niegan en la vida cotidiana. Los alemanes viven con el eterno remordimiento del régimen nazi de Adolfo Hitler y el daño que provocó en Europa, pero cuando el balón rueda y la Mannschaft está en la cancha, se les olvida la Segunda Guerra Mundial.

Cada país lo vive a su manera. Si en México los héroes patrios son personajes bélicos que perdieron la vida (Hidalgo, Morelos, Allende, Zapata, Villa y un largo etcétera), no debe sorprendernos que en el futbol nuestros ídolos sean también hombres que cayeron en desgracia después de magnas epopeyas en el empastado. Caso contrario, si volteamos a ver a los grandes ganadores de nuestra historia, se trata de personajes que después de su hazaña de gloria terminaron exiliados del cariño popular. Agustín de Iturbide, el hombre que consumó la Independencia, cometió el grave error de ser emperador; Hugo Sánchez pecó de presumir sus logros a la mínima provocación.

Para ser aficionado al futbol hay que saber soportar más fracasos que éxitos. Si hay 18 equipos en Primera División, significa que en promedio cada equipo va a ganar uno de cada 18 torneos (cada nueve años, pues). No estoy seguro si en alguna liga del mundo haya un equipo con más del 50 por ciento de los torneos ganados. Amar el futbol es también soportar la frustración.

Cuando se trata de Mundiales de futbol, estos números son aún más dramáticos: 32 equipos en un torneo que se celebra cada cuatro años y en el que además hay que pasar por un largo proceso previo solo para participar. No debe ser sorpresa que en 19 ediciones, solo ocho países hayan alcanzado esa gloria que, por su enorme complejidad, se vuelve eterna.

Por todo esto es que no me sorprende la reacción del pueblo de México ante la derrota de la Selección de futbol frente a Holanda. Fue otra de esas luchas de David contra Goliat, donde México siempre es David y Goliat siempre gana. Nos gusta el sabor de la tragedia. Nos gusta saber que por un momento podemos tirar al gigante, pero somos un pueblo tan pacífico que nunca lo vamos a matar.

Sin tanta metáfora de por medio, una parte de mí quisiera contagiarse de ese idilio popular con el “Piojo” Herrera y haber llorado como lo hizo Miguel Layún al final del partido. Y no es que no me duela, claro que duele, pero me duele más saber que se pudo ganar ese partido.

Quienes tenemos 28 o más años de edad, hemos visto –en plena consciencia– a la Selección Mexicana caer en la ronda de Octavos de Final en cada Mundial desde 1994. Son seis veces. Repetir las desgracias con una frecuencia tan exacta se convierte en la rutina del oprobio, en el desgaste del martirio sin muerte.

Por eso frases que cada cuatro años se repiten a ritmo de letanía de posada, como “con la cabeza en alto”, “con la cara al sol”, “sacaron la casta” y “se perdió con dignidad”, por mencionar algunas, funcionaron hasta Francia 1998, entraron en zona de tolerancia en Corea-Japón 2002 y a partir de Alemania 2006 ya no alcanzan para el consuelo.

México firmó su mejor participación en Mundiales fuera del país. Terminará como décimo lugar, uno mejor que el de Corea-Japón 2002. La frialdad del número muestra un progreso marginal en 20 años. Sigue sin alcanzar para el consuelo.

Hay muchas cosas que reconocerle a Miguel Herrera: levantó a un equipo que, moribundo, se sacó la lotería de un Repechaje intercontinental, le dio electroshocks con base León y América y una vez pasado el último obstáculo para llegar al Mundial, trabajó en un proceso exprés de siete partidos de preparación para definir a su ejército. El papel en Brasil fue superior a la expectativa. De tener a ese paciente en terapia intensiva a convertirlo en el décimo del mundo, bien merece una estrella en la frente para el doctor Herrera, pero eso no quita el desconsuelo de un futbol que apenas ha avanzado tres posiciones en dos décadas.

Más aún, que esa barrera de los Octavos de Final ya parezca maldita. México entero (no solo la Selección) entró en el trance del martirio cuando Arjen Robben tuvo a bien dramatizar una falta que no era necesario dramatizar. Rafael Márquez sí pisó a Robben, en la punta del pie, lo mínimo necesario para que reglamentariamente se marcara el penal. La caída del 11 holandés fue el pretexto ideal para ampararnos en la diosa desgracia, a la que cual solemos acudir de manera recurrente.

La tropa de Herrera, con Márquez como su mariscal, tuvo en jaque al Goliat holandés, con la espada en la yugular. Desistió matarlo al renunciar a la estrategia de ataque que le dio resultado durante 330 minutos de Mundial. En el futbol y en la guerra, la toma de decisiones es generalmente lo que determina el éxito, pero las cosas se mueven tan rápido que una determinación del minuto 62 puede ser obsoleta al 65.

Herrera aseguró que sacó a Giovani dos Santos, su mejor hombre de ataque en ese partido, para darle profundidad a la banda derecha con Javier Aquino. Parecería lógico si pensábamos que el inclemente sol de Fortaleza derretiría a los holandeses como paletas. Algo falló. Al grado que después del minuto 80 la Naranja volvió a ser Mecánica y agazapó a los mexicanos en el regazo de su área.

La caída dramatizada de Robben solo vino a darle el toque de épica a una muerte que en realidad estuvo anunciada desde el gol del empate de Wesley Sneijder. Fue el pretexto ideal para el martirio. Sobrecogidos por el aparente robo (lo admito, en el momento yo también pensé que no fue penal) el mexicano le dio vuelo a su historia. Nos han robado nuestros metales preciosos, medio territorio y el “quinto partido”. Este arrebato se firmó en el portugués de un árbitro europeo y de un terreno sudamericano.

Miguel Herrera y sus 23 jugadores volvieron a México en calidad de mártires, como nuestros héroes nacionales. No nos han dado la independencia, ni tierra y libertad, pero sí un pretexto más para sentir que podemos ser grandes, aunque aún no sepamos cómo lograrlo. Quisiera saber si Villa celebraba sus victorias con la División del Norte tal como el “Piojo” se abrazó en el piso con Paul Aguilar en el partido ante Croacia. Fueron arropados por un pueblo sediento de héroes, pero no de blasones.

Hace cuatro años le pedí a una amiga que estaba en Madrid que me trajera un periódico del 12 de julio, con la portada del título mundial que ganó España. La entrega tardó meses en llegar, en lo que Jésica terminó su aventura académica y laboral. No me importaba. Sabía que en 2014 voltearía a verlos para suspirar de nueva cuenta y ese momento llegó. Yo sí quiero ver a México campeón mundial de futbol.

Portada del diario Marca del 12 de julio de 2010

Por eso no pude entregarme al idilio popular por una selección de futbol que, pese a que se murió en la raya, no llegó mucho más lejos que las anteriores. Por eso no comparto la emoción de una derrota digna, que en su sexta repetición, se vuelve rutina cuatrienal. Por eso no puedo seguir escudando a mi selección en un supuesto robo arbitral cuando la derrota, en realidad, fue producto de la renuncia al estilo propio. A México no le dio miedo ganar: le dio miedo matar, porque en el fondo es mejor ser un mártir que viva en la historia que un héroe que muera en el desprecio.

Miguel Herrera se ganó con su trabajo el derecho de continuar al frente de la Selección Mexicana por revivir a un moribundo y darle cierto nivel de salud. Desde antes del Mundial, tuvo la osadía de decir que quiere ser campeón del mundo. Eso alienta. Ahora debe decidir si eso va más allá de las palabras, si quiere darle un giro a la historia o solo tratar de avanzar al quinto partido y volver otra vez como mártir y héroe.

El día que quise ser Javier Hernández

24 junio, 2014 · by Ricardo Otero

Javier Hernández

Todo esto ocurrió en un partido de futbol. Específicamente en un tiro de esquina. Ocurrió a la par en Recife y en la Ciudad de México.

Hay momentos en la vida de un deportista donde todo pasa en cámara lenta. Quisiera poder saber qué pasó por la cabeza de Javier Hernández entre el cabezazo de Rafael Márquez, su remate y el momento en que el balón besó las redes.

Hablamos en realidad de una fracción de segundo, una jugada vertiginosa. Ensayada, probablemente. Lo cierto es que después de la genialidad de Márquez, Chicharito quedó solo ante el arco para rematar, para rematar a gol, rematar a los croatas y rematar todas las dudas. Para rematar los miedos.

Uno de los goles quizás más fáciles que ha marcado por manufactura en su carrera, pero por mucho el de mayor significado. Hace cuatro años, como flamante refuerzo del Manchester United, comió banca tres partidos y se ganó la titularidad en el cuarto a punta de anotaciones. Tal pareciera que puede ocurrir lo mismo en este Mundial.

Decir, con base en eso, que Chicharito no ha avanzado en su carrera, es un juicio corto e injusto. En cuatro años pueden pasar muchas cosas, desde ser titular en una Final de Champions League hasta masticar banca de manera sistemática pese a ser uno de los futbolistas estadísticamente más cumplidores del futbol inglés. Soportar la frustración es también parte del deporte.

Por eso, no dudo que los últimos cuatro años hayan pasado por su cabeza en ese breve instante, en cámara lenta. Pasar de la fama, de ser el jugador del momento, el ídolo, a ser el más cuestionado en su país y el menos valorado en su club. A superar el momento en el que, seguramente, se preguntó por qué el Manchester United contrató a otro delantero –al que paradójicamente México se va a enfrentar el domingo, Robin Van Persie– cuando estaba en su mejor momento y después del mejor año en su carrera.

Quise ser Javier Hernández durante el festejo de Chicharito. Quise ser yo al que se le humedecieran los ojos, saliera corriendo hacia la nada, se arrodillara y levantara sus dedos índices al cielo. Quise enjuagar mi llanto en pocos segundos y en muchos hombros. Quise ser el nieto y el hijo de dos mundialistas. Quise recibir el abrazo de los 22 compañeros y, particularmente, ese último del nuevo ídolo mexicano, del cual acusaran durante año y medio que no podía jugar a su lado porque no nos entendíamos.

Quise ser todo eso para ser así el hombre que le cambió el rumbo a un partido, donde se definió un proceso de cuatro años. Quise sentir la reconciliación con mi alma. Pero por sobre todas las cosas, quise saber qué se siente anotar en un gol que no valga un sueldo en millones de libras, la playera de un club de clase mundial, el marketing, ni todas las portadas de los periódicos, pese a estar en el centro de todo lo mencionado. Quise saber qué se siente anotar un gol que estremezca cada músculo y hueso y derramar las más auténticas lágrimas de felicidad.

Quise marcar un gol exento de toda la porquería que puede rodear al futbol.

Hice memoria y solo pude recordar mi primer gol, aquel que hice a los 7 años y que también me estremeció hasta las lágrimas. El más puro de los que anoté. Supongo que así pudo sentirse Chicharito, solo que yo no lo hice en un Mundial.

Mi primer gol es una anécdota personal que empezó a definir el camino de mi profesión, fuera de las canchas, pero viviendo de ellas. El gol que anotó Javier Hernández quizás sea la puerta para algo gigantesco para el futbol mexicano, eso lo sabremos en unos días.

Quise ser Javier Hernández para saber qué se siente marcar un gol que estremezca a una nación.

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¿Por qué comprar un libro por adelantado?

13 mayo, 2014 · by Ricardo Otero
Mariel Hawley, primera nadadora mexicana con la Triple Corona de Aguas Abiertas y heroína de 50 historias del deporte mexicano

Mariel Hawley, primera nadadora mexicana con la Triple Corona de Aguas Abiertas y heroína de 50 historias del deporte mexicano

Para quienes nos gusta leer pocas sensaciones son tan placenteras como salir de una librería con un libro nuevo y abrirlo para empezar a leerlo. Doy fe de ello.

Pero no nos damos cuenta de una cosa: para que ese libro llegue a nuestras manos tuvo que pasar por un proyecto que quizás se extendió por años. El autor tuvo que realizar un muy largo trabajo para escribir y la editorial invirtió mucho dinero en difundirlo, distribuirlo e imprimirlo.

De hecho, para quienes escriben su primer libro el proceso es más difícil. Tienes que llegar con la obra terminada para que la editorial la apruebe y decida publicarla. La realidad es que los primoescritores inician un peregrinaje por distintas casas editoriales hasta que su proyecto sea adoptado. Y es que no solo se trata de que el libro sea bueno, sino de que además pase por un estudio de mercado para saber si se va a vender.

La otra vía es la autopublicación, que requiere que el autor no solo invierta el tiempo, sino también el dinero para ver su proyecto hecho realidad.

En ambos casos hay un común denominador: el autor no ve un peso hasta mucho tiempo después de empezar a trabajar en su libro, es decir, hasta que se pone a la venta.

¿De verdad tiene que ser tan difícil? Mucha gente no se anima a hacerlo o lo deja inconcluso justamente por todo esto que les acabo de contar, cuando en realidad tampoco se necesita hacer un best seller para que sea rentable.

Cuando empecé a planear mi libro me encontré con ese obstáculo. Supe que habría que emprender viajes para entrevistar a algunos de los deportistas  y otros gastos de operación. En el caso de un proyecto periodístico no basta con sentarse a escribir, también hay que salir a la calle.

Por eso decidí emprender un doble reto: el editorial de reunir 50 historias de éxito en el deporte, y el de negocios de generar un nuevo modelo de ventas que le facilite el camino a quienes quieren publicar un libro.

Por eso al comprar de manera anticipada “50 historias del deporte mexicano” apoyas dos causas:

  1. La difusión de los logros de nuestros deportistas, que queden documentados para que sean motivo de inspiración.
  2. Delinear un modelo de negocio alterno que facilite la publicación a primoescritores y a las propias editoriales.

Probablemente tú que estás leyendo esto tienes una idea para publicar un libro y este método te puede dar la luz que necesitas y el valor para hacerlo.

Entonces, ¿de qué trata 50 historias del deporte mexicano?

El libro contendrá los testimonios de deportistas mexicanos exitosos en una gama muy amplia, desde medallistas olímpicos y campeones mundiales hasta atletas recreativos que tienen una historia de superación o de apoyo a su comunidad, además de especialistas que trabajan alrededor del deporte.

Hay aproximadamente 15 medallistas olímpicos considerados para el libro, eso sin contar quienes aún no conocen la gloria del Olimpo, pero ya han subido al podio en Campeonatos Mundiales. Y es que en México hay más logros de los que el futbol y los Juegos Olímpicos nos han brindado. Por ejemplo, tenemos al hombre que ha finalizado más veces el Ironman (107) y la organizadora del Mundial de Taekwondo Puebla 2013, considerado el mejor de la historia, lo hizo a los 23 años de edad. Seguramente no lo sabías.

¿Por qué en un libro? Porque de esa manera quedan inmortalizadas las hazañas, para que dentro de 20 años lo vuelvas a abrir y recuerdes a quienes te han inspirado y motivado a ser mejor.

Te invito a apoyar este proyecto comprando desde hoy el libro, que estará listo en noviembre de 2014. La aportación es de 249 pesos, que incluye el envío a tu casa u oficina en territorio mexicano.

Si quieres saber quienes son los héroes de nuestro deporte que estarán en el libro, las formas de pago y todos los detalles del proyecto, entra al sitio web https://oteromac.com/50historias

¡Gracias por apoyar!

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